Allí, entre tayotas y otras hortalizas vive Santiago Batista, un humilde campesino de poca educación formal, pero de una amplia sabiduría popular de tierra adentro.
La Ciénaga no cuenta con energía eléctrica, como muchos poblados del país. De ahí que la gente tiene que ingeniárselas para mediante paneles solares, baterías e inversores, poder encender un bombillo y desde hace poco tiempo ver televisión.
Fue así que Santiago, sin formación técnica, solo con la observación y su sabio silencio, aprendió a elaborar turbinas, las cuales impulsadas con el agua de las montañas mueve un generador de energía que con el uso de paneles solares, ha llevado luz y alegría a este olvidado pueblito de unos 4 mil habitantes. Como ese, ha construido ha construido siete más y tiene otros en proyectos.
El estado debería tomar planes pilotos como este y con poco dinero y ayudado de personas como Santiago Batista, reproducir estas experiencias en otras comunidades. Pero no lo hace, sino que se lanza hacia la construcción de plantas y ambiciosos proyectos, que solo dejan ganancias para unos pocos y un país cada vez mas apagado.
Entonces uno tiene que creer en la reflexión de Santiago, el humilde campesino de la Ciénaga de Manabao, cuando dice, “en vez de traer luz para acá, con menos dinero nosotros podemos mandarle energía limpia desde aquí.
Palabras con luz para un país apagado!!!
Tony Pichardo/La Opciión Digital
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