Para políticos cotuisanos: "no es lo mismo ser un drigente que un autentico líder"

05 agosto, 2008

El siguiente artículo, puede ayudar a muchos que en nuestro pueblo se cren líderes



El Verdadero líder



Por Germán Pérez
publicado por el Caribe


Forjar un verdadero liderazgo, en cualquier aspecto de la vida cuesta mucha dedicación, preparación, disciplina, carisma y hasta sacrificio.

No se hace un líder de la noche a la mañana, ni nunca se hará, por el mero deseo de sobresalir a toda costa. No es lo mismo ser un dirigente, que ser un auténtico líder.
El primero divaga y a veces actúa por impulso, sustituyendo el razonamiento y el respeto por el terror del mandamás.

El líder conjuga lo dulce y lo amargo, lo viejo y lo nuevo, y predica e inspira admiración, en vez de temor.

El verdadero líder no rehúye a las adversidades y los contratiempos de la vida; se monta en un tren sin combustible y lo echa a andar, siembra sobre piedra y obtiene buenos frutos, convierte la angustia en alegría y bienestar, transforma las derrotas en triunfos.

Debe tener la sonrisa y franqueza de un niño, la conciencia del reloj, y la templanza del sol cuando sea necesario.

Es responsable, actúa con justicia y equidad, confía en Dios sus acciones y decisiones; escucha a su gente y luego consulta a su conciencia antes de decidir qué hacer en cada circunstancia.

El líder no teme a la derrota, convierte el pesimismo en optimismo, es visionario y progresista, ve con los ojos del alma y otras veces con los de la cruda realidad; es generoso en el presente e idealiza la empresa del porvenir.

Para mí un auténtico líder tiene el alma de poeta y corazón de leñador; es noble como la electricidad y tan amplio como un jardín sin fin.
Conjuga la pureza del roble, la dulzura de la miel, lo caliente del fuego y la visión adelantada del profeta.

A lo otro, se puede llamar dirigente o cualquier otra cosa, de lo que tanto abunda en nuestro patio nacional y en otros patios individuales.
Algunos, en su afán de convertirse en líderes, han confundido su rol, confrontando, desafiando e irrespetando a los verdaderos líderes que se han ganado el favor y el cariño del pueblo.

Considero que por esas razones y otras más, muchos dirigentes en el campo político, no alcanzarán la condición de líder, porque han esclavizado su éxito a otras cosas banales e intrascendentes, que degüellan la nobleza y las demás virtudes que tonifican y dan vida al verdadero líder.

Un verdadero líder está provisto, además, de conocimiento, valor cívico y amor absoluto por la causa que abraza y defiende. Lo demás es poca cosa. ¡Pa´ lante presidente!