Por Eduardo Rosario
La voz de Angelina
La voz de Angelina
Muchos se han ido, cada vez está más sóla, pero sigue en el mismo lugar, en la misma esquina, aquella que en las tardes acoge a sus moradores para conversar , tormarse algunos tragos, comentar sobre beisbol, política o cualquier otra tema.
Hoy siguen siendo las mísmas calles que la forman, la misma casa con la pintura de antaño, que cada véz más triste llora la partida de su gente.
Don Damían murió, pero Jando está en la casa, siempre con su guaguita, que aunque hay que empujarla, siempre está presta para llevar a su gente al estadio Cibao o al Julián Javier.
Nadie se acuesta hasta que Jando no regresa, aunque sólo pareciera que regrasaran la mita, porque de liceistas y aguiluchos , los triunfadores gozan y los derrotados sufren en silencio.
La Esquina del Remolino, un paraje del Distrito Municipal de Angelina, recuerda con nostalgia sus mejores años, pero sobre todo, alberga la esperanza de ver juntos otra vez a tantos hijos que se marcharon, pero que nunca más han vuelto a compartir con ella.
Hoy siguen siendo las mísmas calles que la forman, la misma casa con la pintura de antaño, que cada véz más triste llora la partida de su gente.
Don Damían murió, pero Jando está en la casa, siempre con su guaguita, que aunque hay que empujarla, siempre está presta para llevar a su gente al estadio Cibao o al Julián Javier.
Nadie se acuesta hasta que Jando no regresa, aunque sólo pareciera que regrasaran la mita, porque de liceistas y aguiluchos , los triunfadores gozan y los derrotados sufren en silencio.
La Esquina del Remolino, un paraje del Distrito Municipal de Angelina, recuerda con nostalgia sus mejores años, pero sobre todo, alberga la esperanza de ver juntos otra vez a tantos hijos que se marcharon, pero que nunca más han vuelto a compartir con ella.
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